lunes, 25 de julio de 2011

"Uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que creyó que lo perdía"

Yo no suelo hablar nunca en mi blog sobre mi vida personal, pero hoy voy a hacer una excepción y voy hablar de alguien de mi familia y quién en los últimos meses, "siempre" me ha apoyado, a su manera, en silencio como siempre ha hecho, porque así se lo enseñaron  y con el que siempre he tenido una relación distante y que es, MI PADRE. Después de lo que ocurrió el sábado y que os voy a contar, he dedicido publicar este post y dedicártelo, PAPA

Ayer por la mañana, sobre las 7:30 de la mañana mi padre me despertó, porque se había levantado con un dolor en el pecho muy fuerte y en la boca del estómago, que se le iba hacia la espalda y que se encontraba mareado, pálido y sudoroso, la verdad es que tenía muy mala cara y yo me asusté mucho. Lo acompañe a su cama para que se tumbara un poco a ver si se le pasaba, intentando tranquilizarle como pude y de la manera que supe en ese momento. Los enfermeros aprendemos que cuando tienes una situación de este tipo, cuando llevas muchos años trabajando en el hospital, a no perder la calma, a no ponerte nervioso, pero esta vez, no era así, la situación, me estaba desbordando y que no era capaz de pensar con claridad. Con las manos temblorosas y con el corazón que me iba, como se dice, a "a mil por hora", le tomé la tensión y el pulso. "95/55 y 95 pulsaciones por minuto. Intenté calmarle y decirle que respirara hondo y despacio. Mi padre estaba realmente muy asustado y empecé a preocuparme mucho. Otras veces había tenido dolores en el pecho, pero yo nunca le había visto, como le ví ayer. Tras unos minutos de ver que no se le iba el dolor, incluso que se incrementaba, decidí llamar al 112, porqué empecé a pensar que estaba teniendo un infarto. Con las manos temblorosas, respiré profundamente para intentar tranquilizarme y cogí mi teléfono para llamar al servicio de emergencias. Los minutos que pasaron hasta que llegó el SAMU, se me hicieron eternos y durante todo este tiempo, traté de intentar tranquilizar a mi familia. Cuando llegaron los servicios de emergencias, a los que quiero agradecer por el trato humano y el buen trabajo que hicieron con mi padre y después de ponerle, "lo que la gente comunmente denomina lo que se llama un protector de estómago", el dolor le remitió casí por completo. Uff, en ese momento respiré con alivio. Mi padre muchas veces ha tenido dolores de ese tipo, porque siempre ha tenido mucho estrés por el trabajo, situación económica, etc. Cómo dice el cuento de "Pedro y el Lobo", cuando has vivido esta situación con el tantas veces, al final llega un momento piensas, "Jod....", que vuelto a comer demasiado, que está más estresado que de costumbre, que siempre se está quejando, que no ha asumido la edad que tiene, que es muy hipocondríaco... y dices "otra vez lo mismo" El SAMU después de valorar la situación consideró que posiblemente era un problema digestivo y que había que trasladarlo al hospital, "por si acaso", para hacerle pruebas y mejor manera que hacerlo que conmigo en "una ambulancia medicalizada, como dijo el médico" porque yo era enfermero y que podría ir con él sentado a su lado en la ambulancia, cosa que le agradeceré infinitamente. Durante todo el trayecto al hospital, unos 15 minutos, estuve muy tranquilo y él también, porque ya no tenía dolor. 

Pero la situación cambió cuando llegamos al hospital. Al poco de entrar a urgencias, el dolor comenzó a aparecer con mucha más intensidad, llegando incluso a decir "que era insoportable". La tensión la tenía por los suelos, tenía taquicardia, estaba pálido y sudoroso, otra vez. A mi cabeza sólo iba y venía un pensamiento, una y otra vez, una y otra vez. "Que haré yo sin tí el día que no estés a nuestro lado, a mi lado" y me dí cuenta lo mucho que le quiero y que creo que nunca le he dicho "te quiero, Papa". Al final todo quedó en un susto y después de pasar todo el día en observación y descartar que hubiera tenido un infarto, volvimos a casa, a última hora de la noche. Durante todo el tiempo que estuve a su lado, hice una cosa que que no he nunca jamás había hecho con él, por lo menos que yo recuerde, pero que sí que he hecho siempre cuando con mis pacientes cuando trabajé en hospital en el servicio de oncología, cogerle de la mano, acompañarle en los momentos difíciles.

Ayer volví a llorar mucho como no lo había hecho desde hace algún tiempo y me prometí a mi mismo que voy a cumplir lo que prometí que iba a hacer y que no he hecho. PAPA, como te dije ayer, y te lo digo aquí, públicamente, para que lo sepa todo el mundo, que a partir de ahora te lo voy a demostrar todos los días, porque para mí eres una persona muy especial, que te quiero con todo mi corazón, tanto o más que a mi propia vida, como eres, con tus defectos y tus virtudes, que son muchas, que haría lo que fuera por tí y que quiero sepas que voy a hacer todo lo que pueda para demostrártelo todos los días, a todas horas, toda mi vida, que nunca podré agradecerte todo lo que has hecho y estas haciendo por mí en estos últimos meses y quiero que hagamos "borrón y cuenta nueva" y que te querré hasta el final de mis días, aunque un día ya no estés a mi lado.

TE QUIERO, PAPA.



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